jueves, 14 de enero de 2016

Para el banquillo: aptitud, obligatoria; beticismo, secundario

Desde que tengo uso de razón, he escuchado repetidas veces que al Betis lo tiene que entrenar alguien que conozca la casa, más concretamente, un bético de corazón. Este pensamiento vuelve a surgir con la posibilidad de que Juande Ramos recale en el club heliopolitano próximamente, posibilidad que no gusta a un sector del beticismo por el glorioso pasado sevillista del técnico ciudadrealeño. Una mentalidad sentimentalista que en mi humilde opinión, y la historia así lo demuestra, no está relacionada con el éxito o fracaso de un equipo. El Betis necesita un entrenador cualificado, no un entrenador que se sienta bético (si encontramos uno que reúna ambas cosas, bienvenido sea).

Juande Ramos se fue del Betis llorando en 2002, tras clasificar para la UEFA a un equipo recién ascendido más las incorporaciones de Gaspercic, Calado, Ikpeba, Crosa, Gudjonsson, João Tomás, Mingo y Tais. Unos años más tarde, consiguió todo lo que consiguió con el eterno rival, pero ni lo primero le convierte en bético ni lo segundo en sevillista. Porque Juande Ramos no es ni del Betis ni del Sevilla, Juande Ramos es un gran entrenador. Punto.

Si repasamos la historia de nuestro bendito club, los mayores éxitos conseguidos por el Real Betis Balompié fueron gracias a entrenadores que no eran béticos de nacimiento. Con el catalán Emilio Sampere, el Betis fue subcampeón de Copa siendo equipo de Segunda División y posteriormente consiguió el primer ascenso de la historia del Betis. Un Betis que consiguió su primera y única Liga gracias a un entrenador nacido en Irlanda. Sir Patrick O'Connell no era bético, y posteriormente dirigió al Sevilla, pero llevó al Betis al mayor éxito de su historia. Décadas más tarde, el Betis se clasificó por primera vez para Europa gracias al también catalán Domingo Balmanya. Tampoco nació bético Rafael Iriondo, entrenador vasco que llevó al Betis a ganar su primera Copa del Rey en el año 1977 y que, por cosas del destino, se la ganó al equipo de su corazón, el Athletic Club. Poco hay que decir del currículum del mallorquín Lorenzo Serra Ferrer en el Betis, que llegó a su punto álgido en 2005 con la consecución de la Copa del Rey y la clasificación para la Liga de Campeones. Otros buenos entrenadores de la historia bética son Antonio Barrios (vasco de nacimiento y dirigió a Betis y Sevilla en alternas ocasiones), Ferenc Szusza (húngaro) o Luis Cid Carriega (gallego, y que llegó al Betis tras entrenar al eterno rival).

Ninguno de ellos era bético de nacimiento, ni siquiera eran andaluces, y sin embargo fueron culpables de los éxitos del Betis en diferentes etapas de su centenaria historia. Otros, como Luis del Sol, sí eran béticos de cuna y lo hicieron bien dirigiendo al Betis. Pero la historia deja claro que no es una cualidad obligatoria para conseguir el éxito, porque para entrenar el sentimiento es secundario, lo primordial es la cualificación. Más aún cuando el Betis no está para ponerse tiquismiquis en la contratación del nuevo entrenador, sino todo lo contrario. Si hay alguna posibilidad de traer a Juande Ramos, a por él.

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